12 Mar Preservar la fertilidad en pacientes con cáncer
Tanto la quimioterapia como la radioterapia, que constituyen el tratamiento estándar de las patologías oncológicas, se caracterizan por la severidad de sus efectos adversos. Y en el caso de los niños, adolescentes y personas jóvenes uno de ellos es que pueden generar infertilidad o incluso la esterilidad permanente del paciente.
Hoy se puede evaluar el riesgo de infertilidad que conllevan los diferentes fármacos (unos más y otros menos) que se utilizan para el tratamiento oncológico, así como de la radioterapia, con la que es muy elevado. La cirugía, en tanto no afecte a la anatomía del aparato genital no tiene por qué comprometer la futura capacidad reproductora del paciente. Y ello ha llevado a que los propios oncólogos asuman el reto de preservar la fertilidad del paciente antes de iniciarse el tratamiento atendiendo a los diferentes medios y técnicas que la Medicina ofrece actualmente.
Preservar la fertilidad en pacientes con cáncer
En este contexto los especialistas en medicina reproductiva pueden desempeñar un papel importante que abarca diferentes campos. En primer lugar, realizando un estudio de fertilidad del paciente, pues no hay que olvidar que el 15% de la población sana tiene algún grado de infertilidad. Y posteriormente ofreciendo las diferentes opciones disponibles, eso sí, siempre teniendo en cuenta el tipo de tratamiento oncológico que va a recibir el paciente. Por supuesto, el estudio de fertilidad debería hacerse en todos los pacientes oncológicos un año después de finalizar el tratamiento y estar libre de enfermedad.
Por lo general, lo más simple es recomendar la congelación del semen en el caso de los varones o la vitrificación de ovocitos en el de las mujeres. Pero no siempre ésta es la mejor solución y cuando se trata de pacientes pediátricos no es una opción viable.
El problema adquiere una complejidad aún mayor de lo que a priori se pueda considerar. En el caso de los varones, por ejemplo, el semen puede mantener congelado hasta 25 años, pero no todos pueden proporcionar una muestra viable, ya que en algunos es su propia enfermedad la que les impide eyacular con normalidad, por lo que habrá que extraerlo mediante la técnica de electroeyaculación.
Por otra parte, en ocasiones, la necesidad de iniciar de forma inmediata el tratamiento oncológico no permite aplazarlo el tiempo suficiente para llevar a cabo los procedimientos clínicos requeridos para preservar la fertilidad, como sucede con la extracción de óvulos en el caso de la mujer, para la que se necesita seguir un tratamiento de hiperestimulación ovárica que puede exigir entre dos y tres semanas.
En tal caso cabe la opción de extraer el tejido ovárico y criopreservarlo para reimplantarlo una vez que se ha superado la enfermedad. También se ha realizado esto mismo con el útero, pero lo cierto es que ambos procedimientos son aún en la actualidad de carácter experimental y únicamente viables si el cáncer no afecta a ninguno de estos órganos.
Sin embargo, la criopreservación del tejido ovárico es la única opción de que las niñas que no han alcanzado la pubertad puedan mantener la fertilidad una vez superada la enfermedad. En el caso de los niños prepúberes, por el momento no existe ninguna oportunidad de preservar la fertilidad, aunque en la actualidad se investiga la posibilidad de utilizar de células madre extraídas del tejido testicular para, una vez maduradas en el laboratorio, puedan ser utilizadas para desarrollar una fertilización in vitro. Pero de momento no se han obtenido resultados positivos.
Además, hay otra cuestión que todavía no se ha podido contestar sobre la extracción y criopreservación de tejidos para luego ser reimplantados, como es la posibilidad de que esta maniobra pueda reintroducir el cáncer en el organismo.